martes, 23 de enero de 2007

Estoy echo un japo...

Sí, sí, como sashimi, no sushi, que el sushi es sólo para turistas, yo ya pescado crudo y sin nada de arroz. Y es que creo que me estoy volviendo japonés. Lo cual no me sorprende, porque ya tenía mucho ganado con eso de comer cosas raras, practicar karate, y hablar de una forma incomprensible.

Si me vieseis, no me reconoceríais. Ya como sólo con palillos, sorbo la sopa, saludo como si me doliese el estómago en vez de dar la mano, y aquí estoy, ¡en el trabajo a las 8 de la noche! (¡como más de la mitad de mis compañeros!), y creo que pasaría desapercibido, si no fuese porque el traje de sala de limpio me llega por el codo en lugar de la muñeca, y los pantalones me sientan como a los toreros. ¿Os imagináis un atuendo a medio camino entre banderillero y
astronauta? Así voy yo, marcando... estilo. ¡Olé!

Pero bueno, no quiero que se me olvide felicidar a las que celebran cumpleaños en un día como hoy, ni dejar de agradecer a los que me dicen que se lo pasan muy bien con estos mensajes, digo relatos históricos.

Estoy muy tentado a hablar de Jimmy, pero algo me dice que es mejor reservar esa historia
dramático-cómica-gore-romántica-Almodovar para un correo monotemático, así que paso a continuar por donde lo dejamos... la montaña de fuego, tierra de las moscas dragón.

Y sí, sé que dragon-fly se traduce como libelula, ¿pero es que no habéis oído hablar del dramatismo poético? (o algo parecido), cómo voy a vender mis memorias si aliñarlas con esas pequeñas libertades literarias.


CONTINUARÁ

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